A Xisco le vendaron la cabeza en Mallorca, tras un golpe hace un par de jornadas, y le apretaron la meninge goleadora. O se la recolocaron. Y, desde entonces, el joven delantero deportivista, que el pasado curso bregaba en el Vecindario, último clasificado en Segunda, es un killer. Cinco goles en dos encuentros, tres contra el Murcia y dos ayer ante el Racing, un equipo cuya defensa jamás regala nada. A los dos minutos, en su primera intervención, recibió el balón de espaldas en el filo del área y se revolvió ante los dos centrales para empalmar un disparo raso y ajustado al palo. Sorpresa generalizada en El Sardinero, que hasta la tarde de ayer sólo había visto a su equipo recibir ocho tantos.
Las alarmas del Racing se dispararon ante la insolencia gallega, capaz de poner en vergüenza a la defensa más absorbente y seria de la Liga. Pese a la diferencia en el marcador, los locales no se vinieron abajo y demostraron que, ante todo, son un conjunto peleón y serio. Ante la desconexión de la delantera, bloqueada en la telaraña deportivista, recurrieron a las jugadas de estrategia y los libres directos, como el que marcó con limpieza el riojano Jorge López.
Pero el Racing acabó desquiciado por el orden del Deportivo, que ve alejarse los fantasmas con un admirable sistema militar apuntalado por Xisco.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 7 de abril de 2008