El jueves en Compostela y el viernes en A Coruña, Brüggen sentó cátedra de verdad bachiana. En sus conciertos, con La Pasión de Nuestro Señor Jesucristo según san Juan en programa, impartió lecciones magistrales con interpretación plena de criterio y exenta de dogmatismos. El programa habría de inaugurar ayer sábado el Festival de Música Cidade de Lugo 2008, XXXVI Semana do Corpus.
Tener a Brüggen al frente de una de nuestras orquestas es gozosa realidad sonora y emocional. El maestro holandés apenas puede ya andar, pero es éste el único ritmo que no impone. En el podio, reina el suyo y las instrucciones impartidas en los ensayos surten efecto sin que apenas mueva las manos. El resultado es de total autenticidad y máxima belleza.
La Filharmonía fue un gran instrumento: expresivo por su amplia gama dinámica, flexible y de timbre enriquecido por el refuerzo de instrumentos de época. El Cor del Palau de la Mùsica Catalana, sólido y maleable. El Evangelista de Nico ven der Meel, insuperable. Emotivas arias de Martina Rüping: la nº 63, con un acompañamiento contrapuntístico insuperable puso nudos en muchas gargantas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 13 de abril de 2008