La Bolsa española sufrió ayer su quinto descenso consecutivo al perder el Ibex 35 el 0,89%. Al cierre de la sesión, este índice se situaba en 13.160,30 puntos, después de caer hasta los 13.106,80, lo que le acerca peligrosamente a la zona psicológica de los 13.000 puntos.
Inversores y analistas coinciden en los últimos días en que los argumentos para esperar cierta estabilidad en los mercados de valores se están agotando, si bien no se han producido novedades importantes.
El único cambio real ha llegado de la mano de los resultados empresariales que, en Estados Unidos, empiezan a reflejar el enfriamiento de la economía y que, según algunas casas de análisis, forzará revisiones a la baja en las estimaciones de beneficios de las compañías.
Para reforzar esos temores ayer llegaban dos datos sobre consumo en Estados Unidos, el de inventarios y ventas mayoristas de febrero y el de ventas al por menor de marzo. Los inventarios crecieron en febrero como consecuencia del retroceso del 1,1% en las ventas, al tiempo que las ventas al por menor mostraron un inesperado incremento del 0,2% en marzo.
La Bolsa de Nueva York registraba un movimiento de péndulo desde su apertura como consecuencia de la interpretación de esos datos que, según algunos observadores, podrían llevar a pensar que lo peor habría pasado ya, algo que muy pocos analistas comparten.
Una de las razones para pensar que no hay cambios que permitan el más mínimo optimismo es el nuevo tirón del precio del petróleo, por encima de los 109 dólares el barril en el mercado de Londres y superando los 111 dólares en el mercado de Nueva York.
La creciente presión sobre los precios garantiza problemas con el consumo, al tiempo que limita la capacidad de los bancos centrales para rebajar los tipos de interés para ayudar a las economías a superar la crisis.
La contratación en el Mercado Continuo descendió ante el avance del pesimismo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 15 de abril de 2008