Ya no se arrodillan ante la cruz y pueden no jurar su cargo. Pero, tanto el presidente del Gobierno como los ministros, siguen tomando posesión de su cargo ante una Biblia y un crucifijo. Como se hacía hace más de treinta años. Afortunadamente, los recién nombrados posan su mano sobre una Constitución democrática. La misma que consagra la libertad de creencia.
Pero sigo sin comprender por qué si España es un Estado aconfesional -y así lo dice la propia Constitución- se sigue utilizando un crucifijo y una Biblia para tomar posesión de los cargos públicos. ¿Qué opinarán aquellos otros españoles que no profesen esta religión o que, simplemente, ninguna? ¿Qué sucederá el día que el nombrado sea un judío, musulmán, budista?
Y no hablemos de los funerales de Estado, de la unión en matrimonio de herederos a la Corona o miembros destacados de su familia.
Si el fondo es importante, no menos lo son las formas. Y desde luego esta fórmula deja bastante que desear por lo poco respetuosa que es con las creencias -o no- de miles de ciudadanos españoles que votan y pagan sus impuestos al igual que hacen los católicos practicantes.- Adolfo Randulfe. Madrid.
Leo con estupor en la edición impresa de EL PAÍS la composición del nuevo Gobierno. El estupor me lo produce el ver que desaparece el Ministerio de Medio Ambiente y se vuelve a las andadas de integrarlo otra vez con el de Agricultura, volviendo a fórmulas pasadas que creía que a estas alturas ya estaban superadas.
Sí, se podrá decir que las "cosas" se pueden hacer bien sea cual sea la forma de integrarlas en un Ejecutivo y que "esas cosas" medioambientales se pueden hacer bien sin ministerio propio. Pero creo que es un craso error.
Los asuntos medioambientales, hoy en día, tienen un protagonismo y una magnitud tal, que deben de ser tratados con nombre propio y el integrarlos en otros lugares no hacen sino devaluar su importancia y compromiso.
Parecía que el Gobierno de Zapatero consideraba el asunto medioambiental con ese nombre propio y la ministra Narbona dio muchas veces muestras de creerse sinceramente ese reto, a pesar de las vicisitudes. Sin embargo, la nueva propuesta me parece un paso atrás y una desconsideración hacia algo que es nuestro cimiento para el desarrollo y hasta nuestra propia casa: el Medio Ambiente con mayúsculas.
El Medio Ambiente está de lleno en nuestra vida, y su tratamiento como una materia transversal que afecta y marca pautas en todas las demás, tiene mucho mayor sentido que integrarlo en una parte de una de ellas. ¿De verdad nos creemos lo del Medio Ambiente?
Me duele pensar que esta sociedad y buena parte de los políticos que nos gobiernan consideramos el Medio Ambiente como ese local de gran fachada y deslumbrante escaparate, pero que una vez que cruzas la puerta, entras en un "cuchitril".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 15 de abril de 2008