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Reportaje:diseño

Trabajar como en casa

King & Miranda concibe el diseño del lugar de trabajo como el del hogar

¿Por qué cuando nos imaginamos una oficina pensamos en un lugar gris? ¿Podemos soñar con trabajar en espacios más humanos? Definitivamente, sí. Eso lo saben muy bien los italianos que, cuando diseñan, no distinguen si es para vivir o para trabajar.

Un buen ejemplo de lugar de trabajo, digamos humanizado, son las oficinas en Madrid de la empresa vasca Ofita, que han cambiado de arriba abajo el estudio milanés King & Miranda (Perry King y Santiago Miranda), toda una referencia en el campo del diseño. La transformación de 520 metros cuadrados repartidos en dos plantas en un edificio de los años setenta ha sido radical.

No sólo afecta a lo que se ve, las relaciones entre los empleados han variado. ¿Estamos ante una revolución? Casi. "En estos tiempos es una falacia pensar que trabajamos ocho horas en un sitio y ya está. En casa podemos estar con el ordenador y el tiempo que estamos en la oficina varía", dice Miranda. El antes o cómo no debe ser una oficina está en El apartamento, de Billy Wilder: todos los empleados en espacios compartimentados, donde sólo el jefe tiene despacho y la única que maneja su agenda es la secretaria, que no puede moverse de la máquina de escribir.

¿Qué harían si entraran ahí King & Miranda? "Quitarle drama a la jerarquía, hoy es todo mucho más democrático y desenfadado". Lo han hecho en Ofita. Han eliminado despachos y cubículos y el resultado es un espacio muy luminoso, abierto y flexible, que se transforma según las necesidades mediante paneles. La movilidad que da el ordenador facilita al empleado sentarse donde necesite. Han echado abajo los falsos techos que escondían miserias, como el cableado de la luz. De paso, han agrandado el espacio y han colocado lámparas con luz indirecta (que también utilizan para casas) que evita reflejos, que apenas dan calor y que, por descontado, consumen poca energía. Y ha entrado el colorido: sobre el mandato del blanco, añaden azul y verde.

¿Y qué pasa con la privacidad? Hay una especie de cubículo en un cálido naranja que mantienen a salvo si alguien quiere tener una conversación privada, comer algo, "o el jefe echar una bronca a un empleado". Todo está pensado.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 15 de abril de 2008