El último equipo que perdió dos finales de Copa seguidas fue el Atlético, en 1999 y 2000. El Getafe cree tener la receta para no entrar en el trágico club del conjunto del Manzanares o del Sporting de los años ochenta.
- Aprender del Bayern. "La gestión de la presión y de los tiempos del partido será decisiva. El Bayern se aprovechó de nuestra ingenuidad en algunas jugadas. Incluso los recogepelotas sacaban rápido la pelota cuando no nos convenía", afirma Mario Cotelo. "Hay que evitar las prisas al principio y al final. Ya nos pasó lo mismo con el Racing en El Sardinero. ¡Se juega en largo y punto!", advierte Casquero.
- Evitar errores en la salida. "Lo que no quiero de ninguna forma es que se pierda el balón cuando salgamos desde atrás", adelanta el entrenador, Michael Laudrup. "A veces nos olvidamos de que, por mucho que quieras mimar el balón, igual la mejor solución en una situación de riesgo es un pelotazo", apostilla Luis Milla, su segundo, que no se olvida de los problemas que crearon Toni y Klose a De la Red y Tena "por su empeño en jugar raso".
- No atacar a tumba abierta. "Debemos ser fiel a nuestro ideario y mostrarnos ofensivos, pero poco a poco. No hace falta que siempre ataquemos con ocho jugadores", razona Laudrup.
- La euforia no es buena. "Quizá fue el principal error que cometimos el año pasado", asiente Belenguer. "La Copa se celebró antes de jugarla porque fue muy inesperada. Quemamos las naves antes de la final. No existía nada que no fuera el duelo con el Sevilla. Por ahí la empezamos a perder. Esta vez todo ha sido más pausado, no ha habido ninguna celebración", añade.
- Aprovechar la segunda línea. "Tenemos el centro del campo más goleador de Europa gracias a la movilidad de nuestros puntas", se congratulan los técnicos. "Circulando el cuero, desgastamos a los rivales y terminan abriendo espacios. Entonces las ocasiones caen como fruta madura", cuenta Abbondanzieri.
- Ignorar la historia. "No jugamos contra un escudo, sino contra futbolistas", sentencia Laudrup. "¿Y qué pasa con el poder de nuestra zamarra?", insiste Celestini. "No hacen falta millones de euros. Basta con algo muy pequeñito. Una vez regalé una camiseta a un niño en fase terminal. Le daban dos semanas de vida y le hizo tanta ilusión que vivió seis meses", recuerda el pivote suizo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 16 de abril de 2008