El discurso de Celestino Corbacho sobre la inmigración tiene poco que ver con el que mantuvo su antecesor en el Ministerio de Trabajo e Inmigración, Jesús Caldera, pero eso no supondrá cambios radicales en la política del Gobierno hacia los extranjeros. Lo confirma el hecho de que el nuevo ministro haya decidido mantener a Consuelo Rumí al frente de la Secretaría de Estado que se ocupa de esa área.
Rumí ha sido la artífice del consenso con los sindicatos y con los empresarios, que han avalado las principales medidas adoptadas por el Gobierno durante la pasada legislatura. Entre ellas, animar a los patronos a regularizar a casi 600.000 sin papeles que tenían trabajando ilegalmente. Es también responsable del acuerdo con los agentes sociales que respaldó un nuevo Reglamento de Extranjería, y de la creación de un fondo para desarrollar la integración.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 16 de abril de 2008