El fútbol le debía una al Getafe. Pero ayer, el equipo madrileño se quedó de nuevo a las puertas de la felicidad total. Valencia 3, Getafe, 1. Ni los seguidores más entregados pudieron evitar que los azulones perdieran, por segundo año consecutivo, la final de la Copa del Rey.
Y eso que se concentraban frente a la pantalla del Ayuntamiento, dos horas antes del partido. La ciudad se llenó de coches, banderolas, trompetines... Familias al completo vestidas de azul. Iban llegando los goles y la ilusión se desvanecía. Tres tantos en contra después, la decepción. Aunque algunos, inasequibles al desaliento, siguieron con la fiesta.
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 17 de abril de 2008