"Soy el premiado desconocido", reconocía ayer entre risas José Agudo, ganador del XXVIII Premio Hispanoamericano de Poesía Juan Ramón Jiménez. Agudo es un poeta residente en Barcelona, pero con raíces repartidas entre Mallorca y Extremadura. Este "premiado desconocido" ha logrado vencer en el prestigioso concurso onubense con su obra Esta frágil cadencia. El libro, según el autor, sigue el camino de sus obras anteriores, centradas en una "poesía accesible y asequible, que usa las palabras del sentimiento y persigue captar los pequeños momentos de la vida cotidiana que a menudo pasan desapercibidos". Agudo recuerda que hace algún tiempo, en una antología sobre poetas de Cataluña que escriben en castellano, alguien describió su obra como la "poesía de la meditación".
Nacido en Frenegal de la Sierra (Badajoz) en 1952, desde muy joven empezó a escribir. Formado en la escuela bajo la influencia de clásicos de la literatura, como la Generación del 27 y del 36, a Agudo le cambiaría la vida la lectura de Jaime Gil de Biedma. "Sé que está muy manido decirlo, pero el primer libro de Gil de Biedma que leí, Colección particular -un libro censurado que me recomendó un librero-, me hizo ver que se abría un gran abanico de nuevas puertas en la poesía", comenta. Entonces, Agudo contaba con unos 18 o 19 años y la aventura literaria en la que se ha embarcado ya no tenía rumbo atrás.
Durante estos años de carrera, Agudo ha tenido tiempo de cofundar la revista de arte y literatura Alisma (Barcelona, 1977). En 1980 fue premiado en el IV concurso de Poesía de Primavera de Palma de Mallorca por su poemario Fragmentos de una noche oscura. En 1993, fue premiado en el XII Certamen de Poesía Federico García Lorca por Diario apócrifo de Jonás. Agudo también ha sido incluido en la Antología de poetas catalanes en castellano (1980-2003). Por Vivir Aquí, edición de Manuel Rico.
Esta frágil cadencia ha enamorado a los miembros del jurado, que no dudaron en elegirla por unanimidad como la vencedora del certamen. El presidente del jurado, Ricardo Senabre, destacó que es "un libro y no una colección de poemas, pues tiene la virtud de ser un todo orgánico y una sola estructura". Recordando este libro, y prácticamente su obra entera, Agudo reflexionaba ayer: "Trato de reflejar la emoción; de plasmar el sentimiento; de vomitar las experiencias. De hacerlo todo con sinceridad". Y siempre, en busca de la mayor calidad, en una lucha constante por cada uno de sus versos. "Sí tengo clara una cosa: lo mejor de mi obra, mi gran obra, está todavía por hacer. Con 55 años tengo la misma ilusión por escribir que cuando empecé. Y con 80 espero seguir teniéndola".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 18 de abril de 2008