Por primera vez en más de 30 años de democracia, el poder civil ha logrado adentrarse en el pazo de Meirás, el regalo pagado con dinero público que, en calidad de "jefe de Estado y Caudillo de España", recibió Francisco Franco en plena Guerra Civil y ahora es propiedad de sus descendientes. La familia del dictador, encabezada por su única hija, Carmen, mantuvo el suspense hasta el último momento, pero finalmente acató el fallo judicial que le obligaba a abrir ayer, fecha límite, las puertas de su propiedad a tres técnicos de Patrimonio de la Xunta de Galicia para realizar una inspección completa tanto del interior del pazo coruñés como de sus extensos jardines.
Hace ya un año que la Consejería de Cultura intentaba, sin éxito hasta ahora, inspeccionar el estado de conservación de un bien catalogado desde 1991 en el Patrimonio Cultural de Galicia. Y esta visita, que incluye averiguar el valor y bienes que alberga la edificación de finales del siglo XIX construida por deseo de la escritora Emilia Pardo Bazán, resulta también imprescindible para completar el expediente que este departamento abrió con el fin de determinar si el pazo debe ser declarado Bien de Interés Cultural (BIC).
A las diez y cinco de la mañana, el todoterreno de la consejería, con una arquitecta, un arqueólogo y una historiadora del Arte, entró en la propiedad amurallada a través de un portal lateral, accionado electrónicamente. Dentro, el abogado de los Franco recibió al equipo de Patrimonio, el mismo al que los descendientes del dictador dieron con la puerta en las narices el 30 de agosto de 2007.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 18 de abril de 2008