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Más que una frontera

Canadá y EE UU tienen más en común que su frontera. Es el mensaje que lanzó el embajador estadounidense Michale Wilson en un discurso en la Wharton School, en Filadelfia. El lugar y el momento elegido no eran casuales. Esta semana se celebran las primarias demócratas en Pensilvania. Sus dos aspirantes, Hillary Clinton y Barack Obama, prometen que si llegan a la Casa Blanca revisarán el acuerdo de libre comercio en vigor (NAFTA), porque dicen que daña la economía estadounidense.

Esa amplia frontera común de la que habla Wilson es cruzada cada día por 400.000 personas en ambos sentidos. Los canadienses gastan cada año 200.000 millones de dólares en productos y servicios importados desde EE UU, frente a los 65.000 millones de China. Canadá le nutre de petróleo, gas natural, electricidad y uranio por valor de 100.000 millones. Y como señala el diplomático, uno de los negociadores de la NAFTA, en torno a 7,1 millones de empleos en EE UU están relacionados con compañías canadienses.

El acuerdo comercial, como reconoce Wilson, necesita ser mejorado pero no renegociado. Lo que proponen Clinton y Obama es un proceso que califican de peligroso, porque supondrá un paso atrás. La NAFTA entró en vigor en 1994, y cubre los intercambios entre Canadá, EE UU y México. Los candidatos demócratas a las presidenciales de noviembre dicen que está facilitando la exportación de empleos. Ottawa teme que el endurecimiento de los términos haga que los inmigrantes ilegales mexicanos miren más arriba, hacia el norte, para buscar fortuna.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 20 de abril de 2008