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CARTAS AL DIRECTOR

El arte del circunloquio

En estos días estamos asistiendo a los ingentes esfuerzos que emplea el Gobierno para encontrar expresiones que digan sin decir, que expliquen sin explicar, y que denominen de alguna manera esa "cosa" del agua para Barcelona. La "cosa" tiene un nombre clarísimo que es "trasvase", pero ellos huyen como del demonio de pronunciar ese vocablo, tras la contundente afirmación de Zapatero en plena campaña electoral cuando afirmó en Zaragoza que "mientras yo sea presidente no habrá trasvase del Ebro".

Cuando algún periódico denominó a la operación "minitrasvase", la vicepresidenta De la Vega salió inmediatamente al paso para negar el término y aportó una calificación curiosa: "traslado de agua".

El nuevo ministro, señor Corbacho, ha contribuido con otra frase, ésta un poco más elaborada, "aportación puntual de agua", y también he oído en alguna parte otra locución variante de la del ministro: "captaciones puntuales de agua".

Resulta divertido y hasta instructivo jugar con nuestra rica lengua castellana para buscar diferentes formas de denominar las cosas, pero no creo que todos esos sinuosos recovecos lingüísticos sirvan para suavizar la irritación de los ciudadanos cuando tenemos la impresión de que nos toman el pelo retorciendo la semántica.

Es igual que se nos diga que va a ser "temporal" (por cierto, lo de la temporalidad resulta discutible con la perspectiva de sequía que nos amenaza); en cualquiera de los casos, trasvase, señores, eso se llama trasvase.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 20 de abril de 2008