Cuando Zaplana partió hacia Madrid, pensó que dejaba su casa en orden con la designación de Camps como su sucesor en la dirección del PP valenciano. La lucha que se desencadenó cuando Camps reclamó su autonomía de movimientos dio lugar a una purga de zaplanistas de los puestos de poder. El antiguo líder encuentra ahora las puertas cerradas para volver a casa.
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 27 de abril de 2008