A Deco, coherente con lo que se le exige y presupone, no le vino grande la cita. Fue el jugador de las grandes ocasiones, el que nunca se rinde. Pero fue insuficiente. "La falta de gol es el gran problema que tenemos", resolvió, enojado; "necesitábamos un solo gol y no lo hemos conseguido".
Una imagen resumió a Deco. En 2005, tras recibir el tercer tanto del Chelsea en apenas 20 minutos, tomó la pelota con las manos y, enrabietado, la tiró contra el césped. No lo aceptaba. De agudizado sentido competitivo, ayer lamentó: "Hemos hecho un año muy malo y debemos reflexionar. El Barça no puede seguir así".
Ahora ya no tiene la capacidad pulmonar de antes y las piernas no le responden igual, pero sigue siendo un futbolista capital que gobierna la medular y que atiende con eficacia tanto a la tarea destructiva como a la ofensiva. Anoche, ante el Manchester, frente a Carrick y Scholes, las vio de todos los colores. Pero puede presumir de haber salido airoso.
Deco casi fue el único en leer el partido, engorroso y falto de espacios. Apareció reiteradamente para rebañar el cuero y, en muchas ocasiones, fue el punto final del ataque. La mirilla, sin embargo, la tenía desviada. Tres disparos... fuera. "Si no ganamos títulos, me voy", dijo esta temporada harto de los varapalos al Barça, consumido tras dos años seguidos sin títulos. "No es el momento para hablar de mi futuro. Estamos tristes y tocados", respondió.
Su rendimiento en este ejercicio ha sido discreto. Sólo ha disputado la mitad de los partidos -16 en la Liga, 7 en la Champions- y su bagaje goleador ha descendido de forma expresiva -diez, cinco, tres y una dianas en sus cuatro años-. Pero anoche, como siempre que el Barça se juega algo, respondió. "Hemos jugado dos semifinales sin alcanzar una final", reconoció; "pero no se ha acabado el ciclo porque hay jugadores jóvenes. Es un gran club y puede volver a ganar".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 30 de abril de 2008