En mi opinión, creo que no puede hacerse un análisis serio y riguroso de los acontecimientos del Mayo del 68 sin hacer una mínima referencia al movimiento situacionista, ya que sin él no puede comprenderse nada de lo que sucedió en París hace ya 40 largos años.
¿De dónde procedía esa imaginación revulsiva, esa efervescencia lírica popular, esa creatividad insurreccional que nada tenía que ver con la habitual retórica de la izquierda francesa de la época?, se pregunta José Luis Pardo en su lúcido prólogo al imprescindible La sociedad del espectáculo, de Guy Debord, para explicar que los situacionistas fueron los escenógrafos de esa revolución, los principales responsables de esa poética, los que resucitaron los nombres de Marat o Fourier en plena sociedad opulenta y pasearon por las calles de París el fantasma de la Comuna.
Sí, a los situacionistas la historia les dio la razón, fueron los únicos a los que la revuelta de Mayo no les cogió desprevenidos, los únicos que dominaban el terreno y sabían moverse en él, razón por la que hace más imperdonable que no se mencione su capital aportación a ella en un suplemento cultural con tanta repercusión como Babelia.
En justa correspondencia, me gustaría que en alguna de las nuevas entregas de este ya imprescindible suplemento se analizara a la Internacional Situacionista y la importancia de sus aportaciones a la cultura, la política y la sociología actuales.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 3 de mayo de 2008