El Zaragoza resopló en el último resuello, cuando Matuzalem lanzó una falta desde la medular, Aouate cantó en la salida y Sergio García cedió el balón a Ayala, que lo punteó sin oposición. Victoria madurada del Zaragoza, que sale del descenso, y tropiezo lógico del Depor, si se atiende a su racanería sobre el césped, más pendiente de tapar agujeros que de enfocar al marco contrario.
Se batieron dos equipos antagónicos en La Romareda. El Depor acumuló cinco defensas y dejó a un punta por delante de la pelota; el Zaragoza reunió a tres delanteros (Oliveira, Milito y Sergio García) con dos trescuartistas (Matuzalem y Aimar). El primero entiende el fútbol como un juego de generosidad, donde prevalecen las coberturas; el segundo es un equipo narcisista y egoísta, donde los medios se desentienden de defender. Uno ataca desde los costados; el otro estrecha el campo y se despliega por el interior. Venció el Zaragoza, más descarado y valiente, sobresaliente al presionar en campo contrario.
ZARAGOZA 1 - DEPORTIVO 0
Zaragoza: César; Zapater, Sergio, Ayala, Paredes; Sergio García, Celades (Luccin, m. 88), Matuzalem, Aimar (Óscar, m. 65); Diego Milito (Juanfran, m. 80) y Oliveira. No utilizados: López Vallejo, Diogo, Pavón y Chus Herrero.
Deportivo: Aouate; Manuel Pablo, Lopo, Pablo Amo, Coloccini, Filipe; Wihelmsson (Juan Rodríguez, m.84), Sergio, De Guzmán, Riki (Cristian, m. 62); y Xisco (Rubén, m. 62). No utilizados: Munúa, Adrián López, Verdú y Taborda.
Gol: 1-0. M. 93. Ayala puntea una asistencia de Sergio García.
Árbitro: Teixeira Vitienes. Amonestó a Zapater, Óscar, Celades, De Guzmán y Sergio.
30.000 espectadores en La Romareda.
El Zaragoza rebajó por completo al Deportivo al adelantar las líneas. Pero sin ningún volante o exterior, obvió las alas y se limitó sobremanera, al punto de que la acumulación de zagueros rivales, la encomiable tarea de De Guzmán -pequeño pero matón-, y las manoplas de Aouate, resultaron trascendentales para desdibujar el empuje de Sergio García y Oliveira. En el área opuesta, sin embargo, apenas hubo vida. Sólo Wihelmsson, aplicado en la banda, de velocidad endiablada y desborde fácil, ofreció una alternativa: el contragolpe. No resultó porque Sergio estuvo excelente en las ayudas al lateral.
Asustó el Zaragoza con los disparos de Sergio García y los remates de Oliveira y Milito. Pero cuando agonizaba el equipo, definió en el último suspiro Ayala, que se estrenó como goleador. Un gol redentor; una victoria que levanta la cabeza.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 4 de mayo de 2008