En los próximos 90 días Bolivia vivirá el mayor órdago a la grande en las urnas de su historia más reciente. Evo Morales anunció en la madrugada de ayer hora española la convocatoria de un referéndum donde los bolivianos decidirán si el primer presidente indígena del país continúa en el poder o debe convocar nuevas elecciones presidenciales. La propuesta contiene un dardo envenenado para los gobernadores de las provincias que desafían abiertamente la autoridad de La Paz porque también ellos -y todos los demás gobernadores- deberán someterse a la misma consulta.
Desplazar del poder al mandatario exige superar el 53,7% que logró en 2005
"Las urnas y no las armas resolverán la crisis", afirma el presidente
La situación en Bolivia ha sido calificada de "empate" desde hace meses dado que los dos proyectos existentes para el país avanzan en direcciones totalmente opuestas; el indigenista-socialista de Morales y el autonomista-liberal de las provincias del este. El primero ya tiene elaborada su Constitución y el segundo ha comenzado a someter a aprobación en las urnas sus estatutos de autonomía. Ambas visiones cuentan con apoyo popular, pero, a pesar de las diversas consultas, a día de hoy no está claro con cuánto respaldo real cuenta cada bando. Pero todos -oficialismo y oposición- han estado de acuerdo en convocar el referéndum. La oposición presentó la propuesta en el Senado, y el Movimiento Al Socialismo (MAS) se unió con entusiasmo. El resultado es una unanimidad nunca vista en años.
"La crisis se resolverá por las urnas y no por las armas", subrayó Morales al anunciar que aceptaba la convocatoria del referéndum. Pero se trata de un movimiento político de consecuencias impredecibles. Y con letra pequeña. Según la ley que regula dicha consulta, impulsada por el propio Morales como una de las bases de su programa electoral, para que el presidente deba abandonar el poder tiene que sufrir un voto negativo válido superior al porcentaje por el que fue elegido. Es decir, en 2005 Morales venció por el 53,7% de los votos válidos emitidos y ahora será necesaria una proporción mayor para apartarlo de su puesto, algo que no parece probable dado que el mandatario sigue teniendo un abrumador apoyo en las encuestas en cuatro de las nueve provincias bolivianas. La pregunta aprobada por el Senado es la siguiente: "¿Está de acuerdo con la continuidad del proceso de cambio liderado por el presidente Evo Morales Ayma y el vicepresidente Álvaro García Linera?". En cada provincia se preguntará además por la continuidad del mandato del gobernador respectivo.
En el caso de que alguno de los prefectos pierda la votación será sustituido por otro nombrado directamente desde La Paz hasta la convocatoria de elecciones, que puede tardar hasta seis meses. En las cuatro provincias rebeldes -Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija- parece claro que sus gobernadores no tendrán problemas, pero en otros dos distritos cruciales, Cochabamba y Chuquisaca, donde está la capital constitucional, Sucre, podría haber sorpresas. Ambas son regiones que en la actualidad se oponen a Morales, pero el referéndum puede dar la vuelta a esta situación.
Una opción extrema, pero posible, es que se produzca un rechazo en bloque -del modelo argentino de 2002 "que se vayan todos" -, con lo que el país, que ya carece de Tribunal Constitucional, quedaría totalmente descabezado. Varios gobernadores opositores a Morales no tenían idea de que la oposición pensaba lanzar el desafío en el Senado. En las filas del MAS también se han escuchado voces que dudan de la idoneidad de la consulta cuando el país vive pendiente de otros tres referendos autonómicos, que terminan el próximo 22 de junio, y otro constitucional, que no acaba de convocarse.
Por su parte, el venezolano Hugo Chávez ha afirmado que no se quedará "de brazos cruzados" en el caso de que Morales pierda el referéndum.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 10 de mayo de 2008