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Crónica:NBA

Los Lakers, en apuros

Lesionado Bryant, los Jazz igualan la eliminatoria al imponerse en la prórroga

Al enemigo, ni agua, no vaya a ser que se venga arriba. Los Lakers han faltado a este dicho y la serie vuelve a Los Ángeles con un empate inesperado. Cierto que Utah es plaza complicada, pero la igualdad parece demasiado teniendo en cuenta el potencial de ambas plantillas. Pero es que la noche fue de perros para los Lakers, que tuvieron que enfrentarse a la peor de sus pesadillas: la lesión de Bryant. Ya desde el primer cuarto dio muestras de que tenía problemas en la espalda y no hicieron sino crecer. Lastrado en su juego hasta andar más que correr, nunca fue el habitual, aunque tampoco intrascendente, sino más bien todo lo contrario. Quién sabe si recordando una gesta en esa misma cancha de Jordan, cuando entre vómitos metió 45 puntos para que Chicago lograse una victoria fundamental para su quinto anillo, Bryant buscó emular a su ídolo y espejo en el que se mira y se equivocó de raíz. Sobre todo, en una prorroga a la que los Lakers llegaron de forma milagrosa.

A falta de algo más de cuatro minutos, la cosa parecía vista para sentencia (100-88 a favor de los Jazz). Pero surgió Fisher. El mismo que comprometió el duelo desde el principio con dos faltas impropias de su experiencia. En la lista de dependencia, ha alcanzado el segundo lugar del equipo, tras Bryant. Por su valía y la crisis, cada partido más evidente, de su suplente, Farmar. Por eso estaba fuera de lugar complicar el encuentro en el minuto 2 con una personal evitable. Salió Farmar y aquello fue Troya para los Lakers.

Su craso error lo equilibró Fisher de sobra con tres escalofriantes triples que posibilitaron lo inesperado. La prórroga. Pero la alegría les duró muy poco, el de comprobar que a Bryant, que ya casi ni andaba, le dio por la heróica. Se olvidó de sus compañeros y se las jugó sin importarle que el resultado fuese negativo. Fueron decisiones sorprendentes, pues tanto Fisher como Odom o Gasol parecían en mejores condiciones para resolver la delicada situación. Pero no tuvieron opción ante el desesperante acaparamiento que hizo el MVP. Nadie le dijo nada, pues el ser una megaestrella lleva consigo ciertos derechos, pero, si durante toda la temporada ha destacado su capacidad para integrarse en una maquinaria colectiva donde era la pieza más valiosa, en esta ocasión puso los elogios en entredicho.

Fue una lástima, pues el esfuerzo de los Lakers merecía mejor suerte por su capacidad para sobreponerse a todo lo malo que sufrió. En eso tuvo que ver Gasol, que, a pesar de seguir con sus reclamaciones hacia los árbitros (no le falta razón: no le pitan ni una a favor), estuvo mucho más entonado, hasta volver a enseñar ese tiro de 2-3 metros olvidado en los últimos tiempos y que le habían convertido en un aprovechador de asistencias. Pero da la sensación de que llega muy fundido a los últimos cuartos. Tampoco habría cambiado mucho de haber estado más fresco porque el balón era de Bryant. Si muchas veces las victorias llevan el nombre de Kobe, en esta ocasión su empecinamiento tuvo mucho que ver con la derrota.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 12 de mayo de 2008