Rafael Nadal venció ayer a Carlos Moyà (6-1 y 6-3) y se citó con Novak Djokovic en las semifinales del torneo de Hamburgo (hoy a partir de las 13.00 en Teledeporte). Será un partido con más que un resultado en juego: quien gane será el número dos del mundo. Quien pierda, será el número tres y se jugará enfrentarse con Roger Federer en Roland Garros antes de la final.
"No es una cosa para obsesionarse", dijo Nadal a las cámaras de TVE nada más terminar el partido. "El número dos lo conocemos durante mucho tiempo. Djokovic es el máximo candidato a ser número uno al final del año, con Federer y, espero, conmigo. Será duro. Está siendo el jugador más completo. Estoy muy contento por la temporada que estoy haciendo. Estoy jugando a un buen nivel".
Nadal se impuso en un partido interesante por los detalles técnicos y porque supuso una prueba psicológica insólita para Moyà. El ex número uno del mundo se dejó hasta la última gota de energía. En su mente pesaron los mensajes denigrantes que le envió el presidente de la federación, Pedro Muñoz, a su teléfono móvil, durante las últimas semanas. En uno de ellos la máxima autoridad del tenis español se mofaba del veterano, del que decía, se "arrastraba" por las canchas. La madrugada del partido fue lo menos ortodoxo en materia de preparación. Moyà se la pasó colgado del teléfono, cruzando acusaciones con Muñoz, en el careo que organizó el programa El Larguero, de la SER.
Djokovic alcanzó la semifinal tras derrotar a Albert Montañés (6-2 y 6-3). En la otra semifinal se medirán Federer, que venció al español Fernando Verdasco (6-3 y 6-3), y el italiano Andreas Seppi, que hizo lo propio con el alemán Nicolas Kiefer (6-3, 5-7 y 7-5).
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 17 de mayo de 2008