Una temporada ha bastado a Marcelino para abandonar el Racing como un héroe. Tras 95 años de historia, el club ha logrado clasificarse por primera vez para la UEFA y llegar a las semifinales de la Copa del Rey. En un solo año, el entrenador ha logrado cotas impensables para un equipo mediano acostumbrado a pelear por evitar el descenso. Ayer, el idilio acabó formalmente, aunque la decisión estaba tomada "desde marzo", según el entrenador. "Una segunda temporada podría suponer la pérdida del encanto", declaró Marcelino en su adiós al Racing.
La trayectoria del técnico es inmaculada: logró estabilizar en Segunda al Sporting de Gijón en un momento convulso; ascendió al Recreativo hace tres campañas para llevarlo a la octava posición liguera la siguiente temporada; y en ésta ha llevado al Racing a Europa.
Pese a todo, Marcelino alegó ayer vértigo para seguir en el club que dirige Francisco Pernía. "Esta bonita e inesperada historia podría cambiar", indicó, antes de reconocer que existía "miedo" de superar lo logrado. También apeló a la ética para mantener su decisión "con la cabeza fría", antes de que la parroquia racinguista crease páginas de Internet con firmas para su continuidad o que le encumbrase en las celebraciones por encima de cualquier futbolista. "Si cambiara de decisión, perdería lo que siempre hemos sido", incidió en referencia al grupo que forma con su segundo, Rubén Uría, y el preparador, Ismael Fernández; "y nunca hay que renunciar a lo que somos".
Sin equipo, de momento, su nombre se vinculó al Valencia, aunque las negociaciones acabaron rotas. "A día de hoy, no ha surgido ninguna posibilidad interesante", concluyó Marcelino, entre lágrimas de despedida.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 22 de mayo de 2008