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Crítica:

Soledades

En esta extraña, insatisfactoria pero, ante todo, osada película que supone el debut en la dirección del cortometrajista navarro Diego Fandos, un empresario vasco (Ramón Barea) que ha permanecido nueve meses secuestrado en un zulo siente, al recuperar su libertad, una dolorosa empatía con un cosmonauta que permanece aislado en la estación MIR mientras su país acaba de desaparecer.

Singular modulación de lo que podrían denominarse narrativas de la globalización -subgénero de urgencia al que podrían pertenecer títulos tan divergentes como Babel y Hotel Tívoli, para que nos entendamos-, Cosmos contempla el mundo como una red de soledades interconectadas, como un sistema de vasos comunicantes cuyo diseño es deficitario en la trasmisión del sentimiento.

COSMOS

Dirección: Diego Fandos.

Intérpretes: Oihana Maritorena, Ramón Barea, Xabier Elorriaga, Klara Badiola.

Género: drama. España, 2007.

Duración: 99 minutos.

Hay muchas historias unidas por el azar y por un forzado juego de simetrías en Cosmos: la joven infectada de soledad, el periodista promiscuo con el corazón roto, el cuñado con pasado a cuestas, el viajero postrado... Fandos busca su fuerza centrípeta en una poética que no se atreve a ser lo suficientemente impúdica y en una espiritualidad, un tanto new age, que tuvo la virtud de provocar urticaria en el ánimo de este crítico.

Es difícil querer a una película como Cosmos, del mismo modo que puede ser desmedido odiarla. Fandos se arriesga y se expone, como debería hacer todo debutante, pero su resultado aún parece un Julio Medem de baja graduación. Ojalá tenga tiempo de encontrar una voz y mirada propias.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 23 de mayo de 2008