Hay a quien no le ha gustado y todo. Ya dijo El Guerra que gente había "pa tó". Otros han vivido la muy lluviosa tarde, que sí ha sido de triunfo, aunque sólo hubiera una oreja, como uno de los momentos de exaltación romántica más hermosos de los que han podido ser testigos. El principal responsable, casi innombrable, está muy contento y no lo esconde al comentar su memorable faena al cuarto: "No era nada fácil, dadas las circunstancias adversas, pero creo que he podido solventarlas bien. Es verdad que el toro ha derrochado bravura, pero tal y como estaba la tarde creo que le he toreado en el sitio más cómodo para hacer las cosas bien". "¿Cómo se siente, maestro?". "Muy a gusto". La verdad es que ha habido momentos de inspiración, destellos de magia, en los que José Antonio Morante de la Puebla ha parecido casi ungido por los dioses.
También confiesa José María Manzanares encontrarse a gusto toreando bajo la lluvia. Cree que no ha triunfado porque no ha cortado orejas: "dicen que tarde de lluvia, tarde de triunfo, aunque hoy ha sido la excepción que confirma la regla". Algunos espectadores piensan, en cambio, que un par de pases de pecho, un cambio de manos y una serie por la derecha a su segundo merecieron por sí solos todas la orejas, rabos y patas del mundo.
El humor de El Juli, siendo bueno, bajaba un poco el pistón del de sus compañeros e incluía un regustito de amargura: "Ha sido una pena haberle pinchado tanto a mi segundo toro. Punteaba mucho la muleta y tenía mucha fuerza pero bueno; era un toro para apostar".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 24 de mayo de 2008