Últimamente, cada vez que aparecen en público el alcalde o la presidenta de la Comunidad, suelen ser recibidos con abucheos de variado calibre y algún que otro delirio. Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz-Gallardón están acostumbrados a poner cara de póquer. Es seguro que antes de salir a la calle, ambos entran en capilla, como los toreros, temerosos de lo que les aguardará en cuanto pisen la arena o inauguren algo. Ella es más propensa a contestar con alguna frase bífida; él es más hierático y torea las broncas impávido como la Esfinge de Gizeh. La procesión va por dentro. Muchos de los pateos con que son obsequiados proceden de su propio partido en plena orgía de autoabucheo.
La plaza de toros de Las Ventas, durante la larga Feria de San Isidro, es la capital mundial del abucheo. Los aficionados son expertos en el arte de abuchear y lo hacen de forma exquisita, cosa que debiera extenderse a todos los ámbitos sociales. Si Las Ventas es la primera plaza del mundo es porque allí se lanzan reproches y vituperios magistrales. Esta semana también se ha puesto a caldo frente al Congreso de los Diputados a Amparo Cuevas, la vidente de El Escorial, que tendrá que responder por presuntos delitos de estafa, coacciones y detención ilegal. Amparo Cuevas es friki a lo divino. ¿Y Rouco-Varela, qué dice a todo esto? ¿Y el Papa?
Hoy se celebra el día del orgullo friki. Ayer acabaron la verbena en el Círculo de Bellas Artes. Siguieron por televisión las hazañas de Chiquilicuatre, su héroe. Nos espera una temporada inquietante, con el Chiki chiki infiltrado en bodas, comuniones y entierros. Eso sí, más de media España abuchea con ardor el tinglado. Un delirio.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 25 de mayo de 2008