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CARTAS AL DIRECTOR

El comienzo del fin

Si nos quitan el derecho a sobrevivir, a buscar una forma de vida, ¿qué nos queda? ¿Ha de permitir Europa que el inmigrante ilegal se convierta en delincuente? ¿Podemos imponer la ley a una persona "sin papeles", "ilegal" que ya de por sí es ignorado y para el cual el derecho de Estado, valga la redundancia, no le asegura ningún derecho? ¿Tendrá Europa la hipocresía de basar su bienestar social y económico sobre ellos, los que construyen nuestros edificios y limpian nuestras casas mientras hacemos la vista gorda y consentimos su estado de dependencia y casi esclavitud y a los que ahora además se aspira a convertir en delincuentes? ¿Tendremos la hipocresía de hacerlo?

Europa que tiene en común la supresión de la pena de muerte ¿va a iluminar al mundo permitiendo que el inmigrante ilegal esté a la altura de un ladrón, de un político corrupto, de un maltratador? ¿Los someteremos a la misma sombra de los barrotes? Seamos todos bienvenidos a la Europa de la xenofobia y el terror. Allí donde la historia nos sitúa: un siglo tras los campos de concentración y con un futuro poco prometedor.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 25 de mayo de 2008