La lluvia alimentó la revolución de los destripaterrones. Andaba el día chisposo, sin terminar de llover ni parar de mojar, y así se encontraban Roger Federer y Rafael Nadal, los dos mejores tenistas del mundo. El suizo, enfangado en el pantano de la central, se tuvo que meter en la caseta empatado a cinco juegos con Albert Montañés, más que digno en su búsqueda del bote alto contra el revés de su rival, que le dio la primera manga. Y Nadal, que jugaba contra Nicolas Devilder, parisiense y pelotero, firmaba un primer set "flojito", pero más que suficiente (6-4, 5-0 y parón). El asalto de dos modestos a los más grandes se quedó en susto. Nadal arrolló a Devilder (6-4, 6-0 y 6-1) y hoy se enfrentará al finlandés Nieminen. Federer, autor de 20 errores no forzados en la primera manga -41 en total-, jugará contra Mario Ancic (6-7, 6-1, 6-0 y 6-4).
"Las condiciones de juego eran duras", resumió Federer. "Jugamos diez juegos bajo la lluvia. No fue muy divertido. Tras el parón, desafortunadamente, no pude jugar a mi mejor nivel y él estuvo muy sólido. Luego, jugué muy bien. Estoy muy satisfecho. Montañés es un buen jugador".
"Ha habido un momento en el que llovía fuerte y estaba peligroso", dijo Nadal. "Parar no hace gracia, pero, si pegas un resbalón y coincide con la línea, te puedes ir para cualquier lado". El español juega hoy su tercer partido en tres días. "Ojalá fuera tan bueno para intentar regular y medir", contestó cuando le preguntaron si había intentado reservar fuerzas; "salgo al ciento por ciento y, si se acaba la cuerda, mala suerte".
¿Y David Ferrer? Disculpándose por no haber rematado el triciclo (6-0, 6-1 y 6-0) contra Santoro, el tenista que más grandes ha jugado en la era Open.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 30 de mayo de 2008