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Reportaje:Dos acontecimientos de fiesta cultural coinciden en la capital

"La imagen devora a la letra impresa"

Se trata de la Feria del Libro y PhotoEspaña. Una avalancha creativa de imágenes y letras que se pueden mezclar. También sus protagonistas. Dos escritores que firman libros en la Feria y dos fotógrafos que exponen en PhotoEspaña intercambian papeles. Unos escriben lo que sienten o piensan los lectores. Otros retratan lo que los demás miran.

Pasear por la feria del libro siempre me ha parecido romántico por la reminiscencia de mi infancia que representa. Las fechas primaverales, la ubicación en el Parque del Retiro hacen que sin duda muchísimos padres lo hayan elegido durante años como destino de un paseo que quedará grabado en la memoria de los más pequeños. En mi caso, además ya contaba con la imagen de mi abuelo escribiendo a máquina en su despacho. Ignorando entonces que su quehacer quedaba lejos de la literatura, para mí representaba la imagen del escritor. Así que, como muchos otros en su preadolescencia, decidí ser escritora a partir de lo que me sugerían las imágenes y no por mis lecturas, que se reducían a una novela de Corine Tellado sin terminar y que sin duda elegí también por estar ambientada en La Guerra de Secesión Americana, al igual que la serie de Televisión del momento: Norte y Sur.

Sin duda los pasajes amorosos, en la serie como del libro, son los que más interesaban tanto a mí como al resto de mis compañeras de colegio, así que ejercí mi decidida vocación durante los recreos, en el patio del colegio, segura de la expectación que levantaba, para luego pasar el manuscrito de mano en mano durante las clases. Así transcurrieron 21 capítulos de poco más de una cuartilla, hasta que en el momento culminante, cuando el protagonista herido es seducido por una malvada enfermera, la Hermana Elvira interceptó el manuscrito de marras. Fue esta la primera vez que sentí el peso de la censura y la pérdida de algo tan preciado para mí como es la popularidad.

Más tarde fue mi propia madre la que cayó en la perfidia de leer mi diario reaccionando de igual modo que la religiosa. Mi voluntad de escritora no pudo más y decidí escapar hacia las nubes, así que fijé mi futuro como azafata de vuelo. Algo mucho más aceptable y que, paradójicamente, a todo el mundo le pareció más terrenal.

Finalmente, ni una cosa ni otra. Parece que naturalmente se ha impuesto la importancia que en mi vida he dado a la imagen y ahora vivo captándola, creándola y transformándola. Por eso no puedo evitar a través de esta evocación de la feria del libro sentir como la imagen devora a la letra impresa, y cómo percibo esta feria como algo romántico, algo del pasado, ignorando la fortaleza de esas aparentemente frágiles casetas de madera.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 9 de junio de 2008