Iñaki Badiola permaneció de pie durante muchos minutos después de finalizado el partido de ayer en Anoeta (1-1) frente al Córdoba que le deja una temporada más en Segunda. Al estilo Gaspart o Florentino Pérez, incluso Laporta más recientemente, afrontó su momento más difícil. El presidente de la Real Sociedad, mientras recibía numerosas muestras de comprensión y cariño de personas próximas, continuó con los brazos cruzados observando el desarrollo de los acontecimientos sobre el césped. En realidad, las lágrimas y la decepción de los aficionados guipuzcoanos y la alegría de los cordobeses, que aseguraban así la categoría en el último instante.
Badiola aseguró más tarde que no arroja la toalla a pesar de la decepción. Incluso, aseguró que la Junta de Accionistas del próximo martes tampoco "va a ser nada especial". Según manifestó, el desarrollo de esta importante reunión, donde se analizará la situación económica de la entidad, muy inquietante, "va a ser igual con lo que nos ha pasado que si no hubiera ocurrido".
El máximo responsable realista aludió a que la clave estuvo en que no habían hecho "los deberes" antes de llegar a este decisivo encuentro con el Córdoba. Eso sí, admitió que, al menos, le hubiera gustado "despedirse con una victoria porque se lo merece la afición". Badiola recordó, por ejemplo, las excelentes entradas que se han conseguido durante la temporada en Anoeta y que en la tarde de ayer llegaron al récord con 32.500 asistentes. A su juicio, en los tres últimos partidos ha estado la clave de que la Real siga en Segunda División. "Hemos estado demasiado tensos ante el Salamanca y el Alavés y hoy jugábamos con lo que hacían Sporting y Málaga".
Badiola no adelantó ningún plan de futuro, aunque ya la pasada semana reconoció los primeros datos económicos que elevaban la deuda de la Real a los 28 millones de euros.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 16 de junio de 2008