Bernard Hinault no ganó su quinto Tour en 1983 porque su ardor competitivo, su necesidad de ganar todo aquello que corría, le llevó a romperse la rodilla para imponerse en la Vuelta. Éste, el del ciclista francés, un ejemplo clásico de carácter de campeón, de locura de número 1, palidece al lado de lo de Tiger Woods, quien disputó cojo, y ganó, 91 hoyos de agonía, el Open de Estados Unidos el pasado lunes y que ayer anunció que se perderá lo que queda de temporada golfista -dos grandes aún, el Open Británico y el campeonato de la PGA, y la Ryder Cup- porque se someterá a una operación para reconstruir el ligamento anterior cruzado de la rodilla izquierda.
Será la cuarta intervención en la rodilla de Woods, quien disputó el Open sólo dos meses después de someterse a una artroscopia. Por acelerar la recuperación para llegar al que sería el 14º grande de su carrera, sufrió hace un mes una doble fractura de estrés en la tibia.
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 19 de junio de 2008