Desde hace décadas, los agricultores de los países pobres sufren la competencia desleal de Estados Unidos y la Unión Europea, que con multimillonarias subvenciones incentivan la producción extensiva y subsidian exportaciones que acaban inundando los mercados de los países en desarrollo.
Estas políticas han desincentivado las inversiones en agricultura de los países pobres y han impedido a millones de campesinos vender sus productos en sus propios países.
Así, se da la paradoja de que pese a que el 95% de los agricultores vive en países pobres, estos mismos países son mayoritariamente dependientes de importaciones de alimentos, que en los últimos meses se enfrentan a un encarecimiento de los alimentos que amenaza con extender el hambre.
¿Soluciones? Hemos podido leer en su diario un artículo firmado por Vicente Albero proponiendo que Europa vuelva a encargarse de alimentar al mundo. Algunos Gobiernos, como el francés, plantean que la Política Agraria Común vuelva a generar excedentes, que se colocarían en los mercados de los países pobres. Aumentar la dosis de uno de los ingredientes de la crisis -curar con más veneno la intoxicación- no parece una opción adecuada.
Desde Intermón Oxfam creemos, por el contrario, que las soluciones pasan por reformar la PAC para que deje de afectar negativamente a los más pobres y aumentar las inversiones en la pequeña y mediana agricultura de los países pobres para que puedan enfrentarse al reto de alimentar a una humanidad en crecimiento y ofrecer un futuro digno a millones de campesinos pobres.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 23 de junio de 2008