Hace pocos días apareció un informe de los servicios sanitarios donde se exponía el descenso de donaciones de órganos por dos motivos principales: el primero, que cada vez hay menos muertos en la carretera, y el segundo, que hay mayor resistencia a la donación por parte de los familiares del posible donante.
La primera razón es evidentemente un motivo de alegría, pero podemos luchar contra la segunda. Aparte de las campañas de concienciación, deberíamos, en mi opinión, crear una casilla en el DNI que pusiera -como antaño con casado / soltero- donante sí, donante no.
La ventaja es que sería una aceptación del propio individuo sobre su cuerpo, por lo que no haría falta buscar familiares para una autorización cuando están en estado de shock y no son capaces de reaccionar, mostrando una resistencia que al cabo de unos meses lamentarán. Por supuesto, todos somos libres de indicar donante no. Pero eso tendría una consecuencia clara: quien no quiera participar en esta sociedad igualitaria, se queda fuera de ella en caso de que necesitara un día un trasplante salvador. Pertenecer a una sociedad exige responsabilidades para ofrecer derechos.
Estoy convencido de que el incremento de donaciones valdría la pena este esfuerzo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 26 de junio de 2008