Fue marcar Xavi el primer gol y la madrileña plaza de Colón, centro simbólico de la afición desde que empezó la Eurocopa, se volvió loca. Miles de gargantas, la mayoría de adolescentes que habían acudido al reclamo de la cadena de televisión Cuatro, gritaron eufóricas, llenas de pasión pero también de alivio, al ver la final más cerca. Cuando la pantalla gigante escupió luego los tantos de Güiza y Silva, volvieron los gritos, los abrazos de miles de camisetas rojas, las banderas al viento. Y cuando el árbitro pitó el final, el delirio. La fiesta se trasladó a los coches, que hicieron sonar sus bocinas, y a los bares cercanos. La misma imagen, el mismo colorido, se calcó en muchas ciudades españolas.
La gran diferencia con otras celebraciones futboleras es que no hay enemigo
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Unas 3.000 personas vieron el partido en una pantalla gigante en el festival Viña de Paiporta (Valencia). Rock del fuerte y fútbol. Algunos conciertos se retrasaron para que la afición pudiera jalear a la selección (ningún ruso alrededor), informa Federico Simón.
En Sevilla, la combinación de fútbol y música también convenció a cerca de 8.000 jóvenes para acudir al auditorio Rocío Jurado y ver el partido en la pantalla gigante instalada por Los 40 Principales. A pesar del calor africano, los jóvenes no se ahorraron ni un salto ni un abrazo. Tras el fútbol, la fiesta continuó con el recital Sevilla Pop y las canciones de Chenoa, Angie, Melocos y Beatriz Luengo.
Unos 250 aficionados se concentraron en las Ramblas de Barcelona, junto a la fuente de Canaletas, al acabar la semifinal. Concluido el partido, los hinchas desfilaron, muchos de ellos en coches y tocando el claxon, de manera festiva por el céntrico paseo. Exhibieron banderas de España e hicieron explotar algunos petardos, seguramente sobrantes de la pasada verbena de San Juan, sin provocar incidentes. A pesar de ello, la Guardia Urbana se vio obligada a cortar los accesos a las Ramblas para los vehículos, ya que algunos de los aficionados ocuparon la calzada. También hubo celebración en otros barrios de la ciudad, informa Jordi Quixano.
La fiesta continuará el domingo. Cuando ruede el balón de la primera gran final de España en 24 años, con los Reyes y el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en el estadio Ernst Happel, de Viena, miles de españoles se volverán a echar a la calle para animar a la roja.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 27 de junio de 2008