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CARTAS AL DIRECTOR

Gratitud deportiva

A Luis García Montero ya llevamos muchos años dándole las gracias: por su poesía, por su compromiso con la sociedad, por su proximidad... Desde el martes día 24 tenemos un motivo más. Su excelente columna sobre fútbol nos permite reconciliarnos con una afición que, al parecer, nos obliga a bajar la cabeza.

Ya se sabe, en determinados círculos cuando uno expresa en voz alta aquello de "a mí no me gusta el fútbol", los demás contertulios acaban respondiendo, "claro, es un intelectual..." y todos le admiramos por permanecer al margen de semejante práctica bárbara.

No importa que el susodicho no haya escrito jamás una línea de reflexión, que no lea nada. Si no le gusta el fútbol es por su inteligencia, y los que sí gustan de semejante cosa (hagan lo que hagan) deben rendirle pleitesía y mostrar su reconocimiento por una vida tan entregada al saber.

El poeta García Montero, que ya había hablado sobre el tema en libros tan recomendables como La casa del jacobino, nos da la oportunidad de sentirnos bien a pesar del fútbol, es decir, que fuera de fanatismos ridículos y pasiones incontrolables, el fútbol es una diversión que puede darnos, y nos los da, momentos de auténtico placer sin que tengamos que esconder la cabeza. Con mis hijos celebré el gol de Cesc y las paradas de Casillas.

Cuando vuelva al trabajo, les diré a mis alumnos que, afortunadamente, en esta vida nuestra nadie tiene la exclusividad de las emociones ni del tiempo libre y que la libertad, si bien se emplea, permite a cada uno dejar que, de vez en cuando, se emocione con pasar a semifinales. Así que, otra vez, gracias don Luis.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 27 de junio de 2008