A Enrique C. V. se le ocurrió, un buen día, instalar una cámara de vídeo en el lavabo de su casa. Lo hizo de forma que nadie pudiera verlo -la colocó encima de la ducha y la tapó con una caja- y enfocó el objetivo en dirección al retrete. Con la cámara oculta, Enrique captó imágenes de su suegra mientras hacía sus necesidades. Ésta se enteró y le demandó. Ahora, un juez de Barcelona ha condenado al hombre a una pena de un año y tres meses de cárcel por "engañar" y "violar la intimidad" de la señora.
El acusado reconoció, en la vista, que instaló la cámara en el cuarto de baño de su piso, en Corbera de Llobregat. Pero lo hizo, dijo, para "hacer un experimento con cámara oculta". La titular del Juzgado de lo Penal número 11 de Barcelona considera, en su sentencia, que Enrique actuó "con ánimo de vulnerar la intimidad del resto de ocupantes del domicilio".
La juez considera que el acusado "tiene las facultades cognitivas y volutivas limitadas" y que es, en el plano emocional, "poco maduro", por lo que le aplica una atenuante de alteración psíquica. Enrique, que no tiene antecedentes penales, deberá indemnizar a su suegra con 1.200 euros.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 28 de junio de 2008