Por supuesto que apoyo el manifiesto por la lengua común, aunque con un "pero". No me parece que haya que reformar la Constitución para salvar el castellano, cosa que daría pie a politizar un problema estrictamente formativo. Creo más bien que habría que introducir en los planes de estudio, en todos los niveles, una nueva asignatura obligatoria llamada Lectura. Consistiría en una lista de libros en buen castellano cuya lectura fuese indispensable para aprobar el curso. Con unos cuatro o cinco buenos libros por año, una persona llegaría a la universidad o a la vida activa habiendo leído con atención entre 60 y 80 obras literarias importantes, algo que es hoy prerrogativa de pocos privilegiados. Sería mejor aún extender esta nueva asignatura también a los años de universidad, cualquiera fuera la carrera. Con ello, no sólo los jóvenes alumnos y estudiantes sino sus maestros y profesores dedicarían más tiempo a la lectura que a la tele. La lengua se defiende de muchas maneras, pero su misma existencia depende de la lectura.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 30 de junio de 2008