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CARTAS AL DIRECTOR

El ocaso de las FARC

Ingrid Betancourt ha sido liberada en una operación exitosa del Ejército colombiano. Con este golpe de efecto, el Gobierno de Uribe pone entre las cuerdas a la narcoguerrilla de las FARC, una de las más activas en el continente americano.

Con la pérdida de su jefe, Manuel Marulanda, la guerrilla se encuentra entre la espada y la pared. Puede aferrarse a seguir controlando unas hectáreas del territorio, pero carece de discurso político, de dirigentes y, desde la liberación de Betancourt, de una de sus principales bazas negociadoras.

Así las cosas, uno se puede preguntar qué sería lo idóneo en estos momentos. Desde luego, pese al momento de debilidad de la narcoguerrilla, no creo oportuno una operación militar a gran escala. Por ello, considero más apropiado una amnistía generalizada, una campaña a favor del desarme, un llamamiento a la concordia, y creo que ahí la figura de Betancourt es vital. Si este personaje lidera esta negociación es muy posible que Colombia cierre las heridas del pasado y ponga fin a uno de los conflictos que más sangría causa en Latinoamérica.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 4 de julio de 2008