Grandes nombres de la escena europea, experimentación y homenaje a autores catalanes silenciados por la Guerra Civil y el exilio. Éstas son algunas de las líneas de la programación de la nueva temporada del Teatre Nacional de Catalunya (TNC), que se estrenará en la Sala Petita el 17 de septiembre con la Andromaque de Racine dirigida por Declan Donnellan. Sombreros, del coreógrafo y director Philippe Decouflé y un musical de Dagoll Dagom sobre la novela de Mercè Rodoreda Aloma (23 de octubre), con dirección de Joan Lluís Bozzo y letras y música de Alfonso Vilallonga, son otros espectáculos previstos por el teatro barcelonés, que cierra el curso con unas cifras de ocupación del 71,63% (la media de las tres salas) y 159.426 espectadores (281.244 si se suman los de las funciones en gira y los presentados en salas alternativas).
No hay grandes variaciones en los resultados globales de público respecto a la anterior temporada. Pero sí diferencias en cuanto a los espacios con más tirón. Principalmente en la Sala Tallers, que ha pasado de llenar la mitad del aforo a tener el 80% de las butacas, mientras que la mayor de las salas ha perdido casi el 3% de espectadores. El director artístico del TNC, Sergi Belbel, atribuye esta pérdida a la mala respuesta a algún espectáculo, principalmente El cercle de guix caucasià. En el otro extremo están La plaça del Diamant (91,88% de ocupación) y A la Toscana (92,8%).
La controvertida mirada del dramaturgo Juan Mayorga al mundo del terrorismo La paz perpetua, dirigida por José Luís Gómez, y Non solum, un camaleónico trabajo del actor Sergi López a las órdenes de Jorge Picó son otros espectáculos de la temporada, en la que Belbel dirigirá un montaje aún sin determinar.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 11 de julio de 2008