Como en una adaptación multisalas de las teorías -tan medularmente orientales- del eterno retorno, Kung Fu Panda recuerda a algo que nos han contado mil veces y que no tardarán en volvernos a contar. En concreto, nos lo volverán a contar hacia octubre, cuando llegue a las pantallas El reino prohibido, una película de artes marciales de imagen real (aunque dirigida por un animador), con Jackie Chan en su reparto (en Kung Fu Panda ejerce de doblador), referencias al mito del Rey Mono (aquí también las hay) y un improbable héroe que ejerce de espejo (torpe, inocente) del espectador más o menos nerd, segmento ideal de estas modalidades de ficción. La originalidad no es, pues, el fuerte de Kung Fu Panda. El secreto de su encanto hay que buscarlo en su ejecución.
KUNG FU PANDA
Dirección: M. Osborne, J. Stevenson.
Dobladores: Jack Black, Dustin Hoffman, Angelina Jolie, Jackie Chan (V. O.); Florentino Fernández (español).
Género: animación. EE UU, 2008.
Duración: 92 minutos.
La película despliega su ensoñación oriental en Cinemascope, como en una versión lisérgica de una ilustración china sobre pergamino horizontal. El diseño de personajes halla un singular equilibrio entre la chinoiserie y la disneyización sintética. Película infantil que no matará de aburrimiento al acompañante adulto, Kung Fu Panda contiene generosas raciones de slapstick, pero también otros placeres más sofisticados: Dustin Hoffman, voz del maestro Shifu, roza, con soberbia ironía, la intensidad emocional de lo que suele considerarse una interpretación de oscar en su climático combate con el villano Tai Lung.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 11 de julio de 2008