Un, dos, tres, responda otra vez. Sanitarios, grifos, ladrillos, azulejos, persianas, ventanas, cristales, madera, puertas, electrodomésticos, cortinas, muebles, bombillas, lámparas... Quien se alegre de la quiebra de una gran constructora y vea en ella un castigo a la avaricia, que se pare a pensar en todas esas cosas que hay en una casa, en los cientos de empresas grandes y pequeñas que las fabrican y en los miles de trabajadores que pueden verse en la calle, si no lo están ya, y que pasarán a engrosar en silencio las listas del paro o, peor aún, la de morosos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 17 de julio de 2008