Es frecuente leer en los medios que los biocombustibles son menos contaminantes que los derivados del petróleo. En particular, en la edición del miércoles 23 de julio de EL PAÍS (página 30) se publicó la fotografía de un automóvil repostando bioetanol. El pie de foto afirma textualmente que es "menos contaminante que la gasolina".
En base a las propiedades del etanol (el bioetanol no es otra cosa) y del isooctano (un compuesto admitido como modelo de las gasolinas de alto octanaje), tales como densidad, peso molecular y calor de combustión, es fácil calcular el rendimiento energético por litro de ambos combustibles. El del isooctano resulta un 41% superior al del etanol. Por contra, si atendemos a las emisiones de dióxido de carbono por litro, ciertamente son bastante superiores en el caso del isooctano.
Pero si medimos las emisiones de CO2 que acompañan a la obtención de una misma cantidad de energía, la diferencia entre ambos combustibles es insignificante, ya que el isooctano produce apenas un 0,2% más de dióxido de carbono que el etanol.
No es pues el ahorro en la emisión de gases de efecto invernadero el efecto principal esperable del creciente aumento en la utilización de biocombustibles. Y ciertamente este mínimo ahorro no justifica en modo alguno las penurias alimentarias a las que, si se sigue por este camino, puede verse sometida una parte importante de la humanidad.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 25 de julio de 2008