José Tomás fracasa en Santander y los cronistas se apresuran a certificar que el semidiós es hombre al fin y al cabo. Pues entérense, señores: también lo era el 5 de junio, cuando bordó el toreo, y el 15, cuando aceptó el sacrificio. Por eso nos vuelve locos, por eso somos fieles que vamos a "rezar" a la plaza: porque vemos el raro espectáculo de un hombre libre, frente a la bestia, frente a los dioses. Espero que llegue algún día, antes de que la deriva animalista nos conduzca al Gran Simio, en el que ser hombre deje de ser una excusa para convertirse en motivo de orgullo. Él nos hace pensar que ese día está un poco más cerca.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 26 de julio de 2008