Ávila. Se dice, aunque no sea cierto, que Santa Teresa se quitó aquí las sandalias y dijo "De Ávila ni el polvo".
Desde luego, era mujer con el alma en su almario y traía revuelta a mucha gente principal en su contra. Así que algo harta sí estaría de bregar; como que una vez dijo, después de un gran susto en un viaje por Andalucía: "Aquel sobresalto me devia quitar la calentura del todo" (sic). Pero no el calor, "que no es el de Castilla por allá, sino muy más inoportuno" (sic), y la puso muy melancólica de Ávila, siempre tan fresquita.
José Jiménez Lozano es escritor.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 26 de julio de 2008