Bush ha aterrizado en China disfrazado de misionero de los derechos humanos, siendo el culpable máximo de la muerte de centenares de miles de mujeres y niños en una guerra injusta en Irak, y responsable también en parte de muchos millones de muertos por hambre, por su proteccionismo agrícola y comercial; y su país acaba de menospreciar una vez más toda justicia y ley internacional al ajusticiar en 48 horas a dos latinoamericanos. Merecería que por su récord olímpico de hipocresía le den la medalla de oro del cinismo, al triunfar en su propio campo a los anfitriones con ese máximo "cuento chino" de presentarse como defensor de los derechos humanos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 11 de agosto de 2008