En el pueblo de Alpatró, situado en pleno centro de La Vall de la Gallinera, todavía resisten residuos del pasado. La antigua almazara de la localidad, que durante años produjo el aceite de oliva, sigue abierta al visitante. Y es que el aceite y la aceituna fueron unos de los motores de la zona. Tan solo en los ochenta, la cereza ganó el pulso a la oliva.
La palabra almazara viene del árabe y significa lugar donde se exprime. Se componen de tres espacios de trabajo diferenciados según la fase de producción: el patio de recepción, donde la aceituna se limpia, se pesa. La nave de elaboración donde se extrae el aceite, y finalmente la bodega donde el aceite se almacena en recipientes de acero inoxidable.
Alpatró conserva todo, menos el burro que hacía girar las piedras del molino.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 12 de agosto de 2008