Las fiestas de Gràcia se celebran este año en la encrucijada. Por primera vez, los organizadores aspiran abiertamente a una menor aglomeración y más intimidad. Este objetivo se ha traducido en la programación de la fiesta: ha quedado suprimido el Festival de la Música, donde se celebraban conciertos multitudinarios; se han potenciado las actividades familiares y han crecido, también, las de carácter divulgativo. Pero no se ha alejado el recelo de los vecinos, que temen un insomnio que empiece mañana y se alargue hasta el 21 de agosto, cuando concluya la fiesta mayor.
Queco Novell será mañana el encargado de abrir una fiesta que se ha fijado objetivos concretos: implicar más a los habitantes del barrio y reducir la conflictividad de las fiestas. "Yo no me creo nada", protestó ayer Rosa Montes, participante de una de las calles decoradas. Rosa, como muchos otros vecinos, marchará a la playa el jueves y no volverá al barrio hasta que todo acabe. Por si acaso.
Rosa señala que la fiesta nocturna se mantendrá en todas las plazas y calles adornadas, como la suya, franqueando el horario que fija el Ayuntamiento (hasta las 2.30 horas los días laborables y las 3.30 las vigilias de festivo). La fiesta empezará el mismo jueves en los pequeños escenarios dispuestos en una quincena de calles de Gràcia. La plaza de Joanic y la del Diamant acogerán festivales de la multiculturalidad y del blues, respectivamente. Las actividades familiares, protagonistas este año, se concentrarán el viernes por la mañana.
El metro funcionará las 24 horas mañana y el sábado, lo que hace prever que, pese a los propósitos de los vecinos de Gràcia de recuperar una fiesta más de barrio, habrá grandes aglomeraciones.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 13 de agosto de 2008