Es el enebro para mí cocina en El Poblet, un producto muy repetido en la colección de platos año tras año. Lo cierto es que son las bayas lo que uso de la planta. En fresco y para aromatizar. En este caso para el cochinillo lacado, y antes confitado a baja temperatura, con aceite y bayas de enebro, durante ocho horas. Además, las bayas me permitieron en 2005 hacer uno de mis platos más representativos: la ostra homenaje al Guggenheim. Dotando a la ostra de una fragancia nueva, a la vez que ahumada por la brasa, fresca por la explosión aromática de las bayas en el fuego.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 13 de agosto de 2008