Ni van a la playa ni dejan ir a los demás, los cachorros de ETA, los aficionados, que se dedican a amargar el verano a los demás, a no dejar estar tranquilos ni a los veraneantes ni a las Fuerzas de Seguridad del Estado, que tienen otra cosa que hacer que andar por la playa buscando bombas.
Del Cantábrico en julio al Mediterráneo en agosto, el caso es molestar, fastidiar, hartar a todos los hombres y mujeres. Lamentablemente, la crisis no afecta a los terroristas que, en vez de plantearse como superar la problemática económica que se nos viene encima, se dedican a lo único que saben hacer, sembrar el terror para de esta manera poder extorsionar más con sus impuestos revolucionarios.
Es necesario que demostremos todos, pero todos, sin dejar uno, que no los queremos, que no les tenemos miedo, que no queremos que vivan en nuestros pueblos, en nuestras ciudades, en nuestras calles; "que se vayan", pero que se vayan bien lejos, y si hacen el favor de no volver, nadie les va a echar de menos.
Demostrémosle todos que no les tenemos miedo, que estamos hartos y hastiados de sus asesinatos, de sus bombas, de sus extorsiones, y de ellos mismos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 19 de agosto de 2008