Selecciona Edición
Selecciona Edición
Tamaño letra
CARTAS AL DIRECTOR

El circo olímpico

No sé qué pensarán ustedes. A veces, la realidad es tan compleja que uno realmente no sabe entender con claridad qué es lo que pasa. Uno mira al mundo y no puede nada más que quedarse perplejo, abrumado, como un niño que mira el alumbramiento de una elefanta en plena sabana, en un reportaje de La 2, y se pregunta ¿eso que estoy viendo es de verdad?

En plenos Juegos en China, Rusia bombardea Georgia, EE UU firma un acuerdo con Polonia para crear el escudo antimisiles, Irán estrena su primer cohete espacial, y no me queda nada más que preguntarme: ¿deberíamos estar preocupados los pacíficos hombres y mujeres de bien?

Este teatro que el poder ha montado está tan bien diseñado que los Juegos hacen de nuevo circo romano, mientras las grandes decisiones (casi siempre tomadas por pequeños hombres con desproporcionadas responsabilidades) están siendo tomadas entre bambalinas. Y mientras nosotros miramos las carreras de cuadrigas, hay un Nerón que está a punto de quemar Roma.

Lo único que nos queda es mirar al mundo. Y en vez de sentirnos abrumados de pura complejidad, animarnos a verlo con responsable candidez (cándido: sencillo, sin malicia ni doblez). Y comprender que más allá de toda dificultad para comprender la realidad hay un ser humano esperando justicia, alimento, amor, dignidad, paz.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 20 de agosto de 2008