Levy Patrick Mwanawasa, presidente de Zambia hasta su muerte -el martes 19 de agosto, a punto de cumplir los 60 años en septiembre- en un hospital de París, no era un nombre muy conocido en Europa. Presidente de Zambia, pequeño país del centro de África con menos de 12 millones de habitantes, su forma de gobernar, lejos de la corrupción y la violencia que empapa las maneras de bastantes gobiernos vecinos, le mantuvieron lejos de los titulares periodísticos. Claro ejemplo de que, cuando no hay noticias, son buenas noticias.
Nació en 1948 en Mufulira, al norte de Kitwe, en el cinturón del cobre de la entonces Rodesia del Norte. Pertenecía a la tribu de los lenje y era el segundo de 10 hermanos. Estudió Derecho en la Universidad de Zambia y ejerció como abogado privado y procurador antes de ser político.
Elegido presidente en 2001, y refrendado más tarde en los comicios de 2006, llegó al poder como delfín del anterior hombre fuerte, Frederick Chiluba. Cuando todos esperaban que fuera un mero continuador de su antecesor y protector, Mwanawasa dio discretamente la campanada apartando poco a poco del poder a los relacionados con Chiluba.
Lo pudo hacer gracias a su escaso carisma. Algunos observadores han calificado su discurso de anodino, y entre sus detractores recibía el mote de El Vegetal. Pero eso le permitió gobernar sin aspavientos su país frenando las corruptelas y a los que las ejecutan. De hecho, junto con Ghana, Kenia y Nigeria, naciones mucho más grandes y ricas, Zambia es uno de los cuatro únicos países africanos con un sistema de seguridad social, montado durante su mandato.
Tan sólo hubo una mancha en su carrera. En 1994, mientras era vicepresidente con Chiluba, fue acusado de corrupción. No se lo pensó y dimitió mientras se efectuaban las investigaciones, que le exoneraron. Así se convirtió en el primer, y por ahora único, político africano que dimite ante la menor duda sobre su honorabilidad.
En abril pasado, durante la reunión de la Comunidad para el Desarrollo de África del Sur, que engloba a 14 países, lanzó duras críticas contra Robert Mugabe, presidente del vecino Zimbabue, por la violencia contra sus opositores. Iba a hacer lo mismo en la reunión de junio, pero sufrió un infarto, del que finalmente no se recuperó. El opositor zimbabuense Morgan Tsvuanguirai manifestó en Johannesburgo su dolor por la pérdida de "un buen amigo". Por su parte, el presidente de EE UU, George W. Bush, le calificó como "un campeón de la democracia en su país y en toda África", informa Efe.
Rupiah Banda, vicepresidente y ahora presidente en funciones, hasta que en 90 días se celebren las elecciones que están previstas en la Constitución del país, decretó una semana de luto.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 21 de agosto de 2008