El recital del miércoles de la mezzosoprano austríaca Angelika Kirschschlager en Vilabertran empezó con mal augurio: no queda nada bien subir a cantar Lieder de Schubert al escenario de un festival titulado precisamente Schubertíada y hacerlo con la partitura en la mano. Es como ir a misa y necesitar chuleta para rezar.
A pesar del magnífico acompañamiento del piano de Helmut Deutsch, aquel muro de papel se convirtió en una barrera insalvable entre la intérprete y el público. Kirschschlager, con la voz encogida, no le cantaba a la audiencia, sino a la partitura. Y allí perecieron una docena de buenos Lieder de Schubert con joyas como Der Wanderer an den Mond, Im Frühling y Abschied.
En la segunda parte se abordó la interesantísima continuación de la tradición del Lied en el siglo XX, con autores como Erich Wolfgang Korngold o Kurt Weill. Los Cinco Lieder Op.38 de Korngold es una pieza que Kirschschlager tiene bien preparada en su repertorio. La cantante pudo prescindir entonces de la partitura y empezó a interpretar con convencimiento. La mezzosoprano siguió con magníficas canciones de Weill. Esta vez el canto pasó bastante bien la barrera y llegó con fuerza al público, pero aún así, una parte significativa ya se había quedado pegada al muro de papel.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 29 de agosto de 2008