Natividad B. P., de 53 años murió en Madrid apuñalada presuntamente por su marido, Juan M. C., de 55, con el que llevaba casada casi tres décadas. El sábado por la noche, el hombre preguntó a sus dos hijas gemelas, de 19 años, si iban a salir a tomar algo por ahí. "Decía: '¿Vais a tardar mucho en volver? ¿A qué hora volveréis?'. Eso es que ya lo tenía todo pensado", se lamentaba ayer, fuera de sí, una de las chicas, en la puerta del Instituto Anatómico Forense de Madrid.
La mayoría de estos crímenes están calificados de asesinatos, porque el juez considera que hubo una planificación previa y que se buscó la indefensión absoluta de la víctima. En este caso las chicas ya eran mayores y la familia piensa que el hombre esperó a que estuvieran fuera para consumar el crimen. El mayor de los hermanos tiene 30 años y ya no vivía en la casa, en el número 29 de la calle de Covarrubias (Chamberí).
Cuando las dos gemelas volvieron a casa de madrugada, la madre ya estaba muerta, en el sofá, junto a un gran charco de sangre. Allí solía quedarse dormida viendo la televisión. Natividad nunca había denunciado a su marido, a pesar de las peleas que a veces escuchaban los vecinos. "A veces ella llegaba de trabajar más tarde, por la noche", aseguraba ayer una vecina de la pareja. "Por el patio, se le oía a él que preguntaba a voces: '¿De dónde vienes?'. A ella no la escuchábamos contestar". Los vecinos coinciden en que las voces se escuchaban a menudo y casi siempre por la noche.
"No quiero saber de él"
La familia está destrozada. Todos recordaban a Natividad como una mujer extraordinaria. Las mujeres se abrazaban ayer en el Anatómico Forense con una mezcla de tristeza e ira. "No quiero volver a saber de él", decía una. "Que se apañe. Para mí él ya no existe", coincidía otra.
El servicio de Emergencias de Madrid recibió el aviso en torno a las cinco de la mañana de ayer. Cuando la ambulancia llegó al lugar, en el céntrico distrito de Chamberí, la mujer llevaba cerca de una hora muerta. Tenía cuchilladas en varias partes del cuerpo. Ayer sus dos hijas precisaron atención psicológica. El mayor, mientras, se preparaba para dar sepultura a su madre. Será el entierro número 43 por violencia machista en lo que va de año.
Juan M. Casas fue detenido ayer domingo, a primera hora, en la casa.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 1 de septiembre de 2008